viernes, 21 de septiembre de 2012


Una imagen vale más…?

El regodeo… la vanidad del hombre…

Una fotografía…trofeo  de un momento…
su valor, único valor, el hecho en sí mismo, el de haber sido parte de la escena, presente o ausente, valor de documento a exhibirse.
La posesión de éste le acredita en su estatus social, le da poder ante sus pares, le da sentido a su existencia, le da poder en su acceso, en su proximidad, ya fuera que tomara la instantánea, o fuera tomado junto a ella.
Yo estuve ahí dice la imagen mostrada…


¿Quién lo hubiera creído, si no tuviera este registro?
¿Cuántas veces pensó la situación?
¿Cuántas veces imaginó la escena y la oportunidad en que aprovecharía para tomar la imagen?
¿Cuántas veces se planteó, en aquel lugar, la acción ante el descuido de su objetivo?

Allí estaba, tenía la oportunidad que tantas veces había soñado…
Cuando creyó no ser visto…, ahora, dijo y disparó… disparó la cámara de su celular.
Ya tenía su mercancía…
Se dio por satisfecho… tenía lo que le interesaba… una fotografía…


¡Una fotografía de la Gioconda!

¿Un símbolo?

El cuidador no reaccionó, parecía estar hipnotizado, aunque vio lo ocurrido.
Quizás fuera inconsciente de lo que se pretendía… robarle su aura.

Triste vanidad… la del hombre…

Se perdió el aura de la obra de arte, en el “aquí y ahora” de su presencia, según Benjamin, se sustituyó por la copia de su imagen.

Hoy es el espectador el que se contempla a sí mismo en el “aquí y ahora” de su posesión, aunque sea solo por un instante.

La Gioconda sigue en el museo…