Friedrich Nietzsche
Sobre verdad y mentira en sentido extramoral
...Todo concepto se forma por equiparación de casos no
iguales...
...¿Qué es entonces la verdad?...
...No sabemos todavía de dónde procede el impulso hacia
la verdad, pues hasta ahora solamente hemos prestado atención al compromiso que
la sociedad establece para existir: ser veraz, es decir, utilizar las metáforas
usuales; por tanto, solamente hemos prestado atención, dicho en términos
morales, al compromiso de mentir de acuerdo con una convención firme, mentir
borreguilmente, de acuerdo con un estilo vinculante para todos. ...
... el hombre pone sus actos como ser racional bajo el
dominio de las abstracciones; ya no tolera más el ser arrastrado por las
impresiones repentinas, por las intuiciones; generaliza en primer lugar todas esas impresiones en
conceptos más descoloridos, más fríos, para uncirlos al carro de su vida y de
su acción. Todo lo que eleva
al hombre por encima del animal depende de esa capacidad de volatilizar las
metáforas intuitivas en un esquema; en suma, de la capacidad de disolver una
figura en un concepto. En el ámbito de esos esquemas es posible algo que
jamás podría conseguirse bajo las primitivas impresiones intuitivas: construir un orden piramidal por
castas y grados; instituir un mundo nuevo de leyes, privilegios,
subordinaciones y delimitaciones, que ahora se contrapone al otro mundo de las
primitivas impresiones intuitivas como lo más firme, lo más general, lo mejor
conocido y lo más humano y, por tanto, como una instancia reguladora e imperativa.
Mientras que toda metáfora intuitiva es individual y no tiene otra idéntica y,
por tanto, sabe siempre ponerse a salvo de toda clasificación,...
...Como genio de la arquitectura el hombre se eleva muy por encima de la abeja: ésta construye
con la cera que recoge de la naturaleza; aquél, con la materia bastante más
delicada de los conceptos que, desde el principio, tiene que fabricar por sí
mismo. Aquí él es acreedor de
admiración profunda pero no ciertamente por su inclinación a la verdad, al
conocimiento puro de las cosas. ...
...Sólo mediante el
olvido de este mundo primitivo de metáforas, sólo mediante el endurecimiento y
petrificación de un fogoso torrente primordial compuesto por una masa de
imágenes que surgen de la capacidad originaria de la fantasía humana, sólo
mediante la invencible creencia en que este sol, esta ventana, esta mesa son
una verdad en sí, en resumen: gracias
solamente al hecho de que el hombre se olvida de sí mismo como sujeto y, por
cierto, como sujeto artísticamente creador, vive con cierta calma, seguridad y
consecuencia; si pudiera salir, aunque sólo fuese un instante, fuera de los
muros de esa creencia
que lo tiene prisionero, se terminaría en el acto su conciencia de sí mismo. Le
cuesta trabajo reconocer ante sí mismo que el insecto o el pájaro perciben otro
mundo completamente diferente al del hombre y que la cuestión de cuál de las
dos percepciones del mundo es la correcta carece totalmente de sentido,
ya que para decidir sobre ello tendríamos que medir con la medida de la
percepción correcta, es decir, con una medida de la que no se dispone....
...se necesita una esfera intermedia y una fuerza
mediadora, libres ambas para poetizar e inventar...
...al descubierto en alguna parte de la apariencia y la
irrealidad. Al contrario, cabe decir por lo pronto que, si
cada uno de nosotros tuviese una percepción sensorial diferente, podríamos percibir
unas veces como pájaros, otras como gusanos, otras como plantas, ...
..., todas esas relaciones no hacen más que remitir
continuamente unas a otras y nos resultan completamente incomprensibles en su
esencia; en realidad sólo conocemos de ellas lo que nosotros aportamos: el
tiempo, el espacio, por tanto las relaciones de sucesión y los números. ...
...Si ya el hombre de acción ata su vida a la razón y a
los conceptos para no verse arrastrado y no perderse a sí mismo,...
...Ese impulso hacia la construcción de metáforas, ese
impulso fundamental del hombre del que no se puede prescindir ni un solo
instante, pues si así se hiciese se prescindiría del hombre mismo, no queda en
verdad sujeto y apenas si domado por el hecho de que con sus evanescentes
productos, los conceptos, resulta construido un nuevo mundo regular y rígido
que le sirve de fortaleza. Busca un nuevo campo para su actividad y otro cauce
y lo encuentra en el mito y, sobre todo, en el arte....
... En sí, ciertamente, el hombre despierto solamente
adquiere conciencia de que está despierto por medio del rígido y regular tejido
de los conceptos y, justamente por eso, cuando en alguna ocasión un tejido de
conceptos es desgarrado de repente por el arte llega a creer que sueña. Tenía
razón Pascal cuando afirmaba que, si todas las noches nos
sobreviniese el mismo sueño, nos ocuparíamos tanto de él como de las cosas que
vemos cada día: Si un artesano estuviese seguro de que sueña cada noche,
durante doce horas completas, que es rey, creo dice Pascal que sería tan
dichoso como un rey que soñase todas las noches durante doce horas que es
artesano. ...
...como en sueños, todo es posible y la naturaleza entera revolotea alrededor del hombre como si
solamente se tratase de una mascarada de los dioses, para quienes no
constituiría más que una broma el engañar a los hombres bajo todas las figuras.
Pero
el hombre mismo tiene una invencible inclinación a dejarse engañar y está como
hechizado por la felicidad...
...El intelecto, ese maestro del fingir, se encuentra
libre y relevado de su esclavitud habitual tanto tiempo como puede engañar sin
causar daño, y en esos momentos celebra sus Saturnales. Jamás es tan
exuberante, tan rico, tan soberbio, tan ágil y tan audaz: poseído de placer
creador, arroja las metáforas sin orden alguno y remueve los mojones de las
abstracciones de tal manera que, por ejemplo, designa el río como el camino en
movimiento que lleva al hombre allí donde habitualmente va. ...
...Ese enorme entramado y andamiaje de los conceptos al
que de por vida se aferra el hombre indigente para salvarse, es solamente un
armazón para el intelecto liberado y un juguete para sus más audaces obras de
arte y, cuando lo destruye, lo mezcla desordenadamente y lo vuelve a juntar
irónicamente, uniendo lo más diverso y separando lo más afín, pone de
manifiesto que no necesita de aquellos recursos de la indigencia y que ahora no se guía
por conceptos, sino por intuiciones. No existe ningún camino regular que conduzca desde
esas intuiciones a la región de los esquemas espectrales, las abstracciones; la
palabra no está hecha para ellas, el hombre enmudece al verlas o habla en metáforas
rigurosamente prohibidas o mediante concatenaciones conceptuales jamás oídas, para
corresponder de un modo creador, aunque sólo sea mediante la destrucción y el
escarnio de los antiguos límites conceptuales, a la impresión de la poderosa
intuición actual.
Hay períodos en los que el hombre racional y el hombre
intuitivo caminan juntos; el uno angustiado ante la intuición, el otro
mofándose de la abstracción; es tan irracional el último como poco artístico el
primero.
Ambos ansían dominar la vida: éste sabiendo afrontar las necesidades más
imperiosas mediante previsión, prudencia y regularidad; aquél sin ver, como
héroe desbordante de alegría, esas necesidades y tomando como real solamente la
vida disfrazada de apariencia y belleza. Allí donde el hombre intuitivo, como
en la Grecia antigua, maneja sus armas de manera más potente y victoriosa que
su adversario, puede, si las circunstancias son favorables, configurar una
cultura y establecer el dominio del arte sobre la vida; ese fingir, ese rechazo
de la indigencia, ese brillo de las intuiciones metafóricas y, en suma, esa
inmediatez del engaño acompañan todas las manifestaciones de una vida de esa
especie. Ni la casa, ni el paso, ni la indumentaria, ni la tinaja de barro
descubren que ha sido la necesidad la que los ha concebido: parece como si en
todos ellos hubiera de expresarse una felicidad sublime y una serenidad
olímpica y, en cierto modo, un juego con la seriedad. Mientras que el hombre
guiado por conceptos y abstracciones solamente conjura la desgracia mediante
ellas, sin extraer de las abstracciones mismas algún tipo de felicidad;
mientras que aspira a liberarse de los dolores lo más posible, el hombre
intuitivo, aposentado en medio de una cultura, consigue ya, gracias a sus
intuiciones, además de conjurar los males, un flujo constante de claridad, animación
y liberación. Es cierto que sufre con más vehemencia cuando sufre; incluso
sufre más a menudo porque no sabe aprender de la experiencia y tropieza una y
otra vez en la misma piedra en la que ya ha tropezado anteriormente. Es tan
irracional en el sufrimiento como en la felicidad, se desgañita y no encuentra
consuelo.
¡Cuán distintamente se comporta el hombre estoico ante las mismas desgracias,
instruido por la experiencia y autocontrolado a través de los conceptos! Él,
que sólo busca habitualmente sinceridad, verdad, emanciparse de los engaños y
protegerse de las incursiones seductoras, representa ahora, en la desgracia,
como aquél, en la felicidad, la obra maestra del fingimiento; no presenta un rostro
humano, palpitante y expresivo, sino una especie de máscara de facciones dignas
y proporcionadas; no grita y ni siquiera altera su voz; cuando todo un nublado
descarga sobre él, se envuelve en su manto y se marcha caminando lentamente
bajo la tormenta.
Nietzsche: Sobre verdad y
mentira en sentido extramoral. Tecnos, Madrid.